04 marzo, 2007

Eclipses & Cicatrices




Traigo en mi recuerdo el silencio de una noche.
La noche de silencios enardecida, inflamada de deseo, recuerdo y espera.
De proyecciones no realizadas, de palabras olvidadas y de fechas inexactas.
De activismo, de fuerza, de deseo, de olores y perfumes.
Cerveza, cigarros, espera.
Espero donde mismo.
Son 15, 20, 30 minutos. Penélope.
El regreso es algo inexacto, como las fechas.
Como la carta astral que no nos importa.
Como el sofá,
Como el feísmo del entorno,
Como la pobreza
Y el hambre de Miller…y el apetito que no sabe de esperas.

Las luces, el silencio, y el viento.
Testigos de nuestros cuerpos desnudos, ávidos de ser devorados,
aniquilados, torturados y deseados.
Deseo la espera, lo inexacto,
el olor a cuerpo. La saciedad de mi apetito.
El no saber descubrir…y el querer descubrir.
La soga al cuello, mi espera y un cuerpo junto al mío.
La luna de testigo, el viento y el resfrío.
Puedo toser, esperar y volver a toser.
Recuperarme y saber ponerme de pie.

No importa el silencio, no importa la espera.
Entro en tu cuerpo como alma vacía,
Carente de afectos,
Apresada de un destino herido y con marcas enterradas.
El hombre del pasado me vuelve a mirar.
Pero lo miro nuevamente. El hombre nuevo. Ulises.
El hombre de papel, el hombre construido, reconstruido y vuelto a reconstruir.
Un hombre semiótico,
Un hombre de culturas.
De las culturas de la carne, de la carne, de la carne.
De la carne y el alma presidiaria.

Se libera el espacio, se libera el cuerpo.
Miro un cuerpo débil,
Apresado de mis carnes,
húmedo, quejumbroso, anhelante.
La luna en el cielo.
Un eclipse de tarde.
No mires mucho. Un lunar puede que nos recuerde este instante el resto de nuestras vidas.
Las marcas del pasado nunca se borran.
Regresan hoy, ayer, mañana y pasado mañana.
Como cicatrices, espinas y espejos trizados.
Recordando al hombre deshecho,
el mismo hombre de estos hechos…

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