Arial 9 en una "perfecta" tabla dinámica justificada, alineada y con colores corporativos dejaban entrever
esfuerzo sostenido del trabajo al que tanto había aspirado. Mi jefa se alegraría, de seguro. Era una meta personal y también un reto al destino que
muchas veces me enrostró que no volvería a superarme, por dificultades en mi
juventud, las deudas que arrastraba de mis padres y las consecuencias de una
mala administración de la que fui de una manera muy injusta responsable. Es
parte de la cadena de la vida devolverles la mano a tus padres por el amor que
invirtieron en tu crianza, en un amor perfecto y virginal, creía hasta ese
entonces. Me equivoqué, o quizás ellos se equivocaron conmigo. Desde ese
entonces, todo significó un esfuerzo adicional al que cualquier otro ser humano
se ve obligado a sobrellevar para lograr el éxito, y el día que se cerraron
varios ciclos, se abrieron otros.
Pasé por muchas creencias,
siempre busqué una, y después de pasar por el cristianismo, el tarot de osho,
jodorowsky, el budismo, el bahai y la psicología, me acordé una de una
mañana que un mal bloggero mencionaba que después del año nuevo, cada día de enero
representaría un esquema de cómo se venía este 2016. Iba perfectamente.
Nunca pensé en irme de
Santiago. Amo el sur de Chile, el campo, el olor a madera, a humedad. Amaba mis
blogs, mis foronovelas, mi paso artístico por canal 13 y el sueño de trabajar
en una telenovela, Conocí algo del amor y hasta vendí detergentes en una feria
con el sueño de vivir tranquilamente mirando el mar, escribiendo proyectos
televisivos y de más viejo escribir una novela. Amaba esa vista serena de Pichilemu y soñaba con una cabaña cerca del mar. Nunca pensé irme al norte. Las
deudas de mis viejos y el título me apesumbraban. Después de un año viviendo en
una pieza, vino un terremoto y el agua arrasó con todos esos sueños. Una casa
en el arena, un proverbio bíblico, un sueño terminado. Pasaron muchos años en
Antofagasta y la añoro, es dónde
construí gran parte de mi yo, súper yo, ello, mega súper ego y mega súper
soledad. Fueron años crudos, pero los más sabrosos de mi vida.
Crecieron mis hermanos, se
achicaron mis viejos, nacieron sobrinas, envejecían mis abuelas. El dinero
aumentaba y también las envidias y traiciones. Muchos se alejaron, pocos
quedaron y llegó el gran momento de volver. Consolidado y resuelto. Sin trancas
sexuales, reconociéndome tal cual. Pensaba en esos protagonistas de telenovelas
que buscan sentido y regresan a cobrar venganza, en ángel malo, o en la pobre
chiquilla que terminó delinquiendo en la quinta región y hace poco perdió en
vértigo. La vida no es cruda, es irónica. El mundo ha cambiado. La política, el sistema,
el transporte, el vértigo, la salud, el amor, el concepto de familia - y mi familia-. Pocas cosas quedan que recuerden
el sabor de antes, quizás las comidas de mi abuela…
Quizás esta parte de mi
blogs será la más honesta. Una justificación para volver. 2El inconsciente y los dolores se alojan en
determinados lugares para sintomatizar en la espalda" - Eso me dijo un médico que
renunció a su poder allá en La Ligua. Ese día 13 de enero
no pude levantarme ni volver a ser el mismo de antes. Un nuevo giro del cual aún no termino de sorprenderme.
No quiero ni busco razones.
Teniéndolo todo, siempre falta algo, es mi want contrastado con mi need. Es Alanis en su versión de Ironic, es una canción de Kevin Johanssen o los recuerdos del amor cuando no
funciona, y que cuando funciona no siempre es perfecto. Una enfermedad cambia
la vida y por ende las prioridades. Vuelvo a creer, y también a escribir para
formar parte de un sentido, nunca encontrarlo, ya que eso no me atañe, aún.
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