28 junio, 2016

La vida no es cruda, es irónica


Arial 9 en una "perfecta" tabla dinámica justificada, alineada y con colores corporativos dejaban entrever esfuerzo sostenido del trabajo al que tanto había aspirado. Mi jefa se alegraría, de seguro. Era una meta personal y también un reto al destino que muchas veces me enrostró que no volvería a superarme, por dificultades en mi juventud, las deudas que arrastraba de mis padres y las consecuencias de una mala administración de la que fui de una manera muy injusta responsable. Es parte de la cadena de la vida devolverles la mano a tus padres por el amor que invirtieron en tu crianza, en un amor perfecto y virginal, creía hasta ese entonces. Me equivoqué, o quizás ellos se equivocaron conmigo. Desde ese entonces, todo significó un esfuerzo adicional al que cualquier otro ser humano se ve obligado a sobrellevar para lograr el éxito, y el día que se cerraron varios ciclos, se abrieron otros.

Pasé por muchas creencias, siempre busqué una, y después de pasar por el cristianismo, el tarot de osho, jodorowsky, el budismo, el bahai y la psicología, me acordé una de una mañana que un mal bloggero mencionaba que después del año nuevo, cada día de enero representaría un esquema de cómo se venía este 2016. Iba perfectamente.

Nunca pensé en irme de Santiago. Amo el sur de Chile, el campo, el olor a madera, a humedad. Amaba mis blogs, mis foronovelas, mi paso artístico por canal 13 y el sueño de trabajar en una telenovela, Conocí algo del amor y hasta vendí detergentes en una feria con el sueño de vivir tranquilamente mirando el mar, escribiendo proyectos televisivos y de más viejo escribir una novela. Amaba esa vista serena de Pichilemu y soñaba con una cabaña cerca del mar. Nunca pensé irme al norte. Las deudas de mis viejos y el título me apesumbraban. Después de un año viviendo en una pieza, vino un terremoto y el agua arrasó con todos esos sueños. Una casa en el arena, un proverbio bíblico, un sueño terminado. Pasaron muchos años en Antofagasta y la añoro,  es dónde construí gran parte de mi yo, súper yo, ello, mega súper ego y mega súper soledad. Fueron años crudos, pero los más sabrosos de mi vida.

Crecieron mis hermanos, se achicaron mis viejos, nacieron sobrinas, envejecían mis abuelas. El dinero aumentaba y también las envidias y traiciones. Muchos se alejaron, pocos quedaron y llegó el gran momento de volver. Consolidado y resuelto. Sin trancas sexuales, reconociéndome tal cual. Pensaba en esos protagonistas de telenovelas que buscan sentido y regresan a cobrar venganza, en ángel malo, o en la pobre chiquilla que terminó delinquiendo en la quinta región y hace poco perdió en vértigo. La vida no es cruda, es irónica.  El mundo ha cambiado. La política, el sistema, el transporte, el vértigo, la salud, el amor, el concepto de familia - y mi familia-. Pocas cosas quedan que recuerden el sabor de antes, quizás las comidas de mi abuela…

Quizás esta parte de mi blogs será la más honesta. Una justificación para volver. 2El inconsciente y los dolores se alojan en determinados lugares para sintomatizar en la espalda" - Eso me dijo un médico que renunció a su poder allá en La Ligua.  Ese día 13 de enero no pude levantarme ni volver a ser el mismo de antes. Un nuevo giro del cual aún no termino de sorprenderme.

No quiero ni busco razones. Teniéndolo todo, siempre falta algo, es mi want contrastado con mi need. Es Alanis en su versión de Ironic, es una canción de Kevin Johanssen o los recuerdos del amor cuando no funciona, y que cuando funciona no siempre es perfecto. Una enfermedad cambia la vida y por ende las prioridades. Vuelvo a creer, y también a escribir para formar parte de un sentido, nunca encontrarlo, ya que eso no me atañe, aún.

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